Respuestas ejemplares... Técnica narrativa en un fragmento de Crónica de una muerte anunciada
El abogado sustentó la tesis
del homicidio en
legítima defensa del
honor, que fue
admitida por el
tribunal de conciencia,
y los gemelos
declararon al final
del juicio que hubieran
vuelto a hacerlo
mil veces por
los mismos motivos.
Fueron ellos quienes vislumbraron el
recurso de la
defensa desde que
se rindieron ante
su iglesia pocos minutos
después del crimen.
Irrumpieron jadeando en la
Casa Cural, perseguidos
de cerca por un grupo de árabes enardecidos, y pusieron los cuchillos
con el acero limpio en la mesa del
padre Amador. Ambos
estaban exhaustos por
el trabajo bárbaro
de la muerte, y tenían la ropa y los brazos
empapados y la cara embadurnada de sudor y de sangre todavía
viva, pero el
párroco recordaba la
rendición como un
acto de una
gran dignidad.
-Lo matamos a conciencia -dijo Pedro Vicario-, pero somos inocentes.
-Tal vez ante Dios -dijo el padre Amador.
-Ante Dios y ante los hombres -dijo Pablo Vicario-. Fue un asunto de
honor.
Más aún: en la reconstrucción de los hechos fingieron un encarnizamiento mucho más inclemente que el de la realidad, hasta el extremo de que fue necesario reparar con fondos públicos la puerta principal de la casa de Plácida Linero, que quedó desportillada a punta de cuchillo. En el panóptico de Riohacha, donde estuvieron tres años en espera del juicio porque no tenían con que pagar la fianza para la libertad condicional, los reclusos más antiguos los recordaban por su buen carácter y su espíritu social, pero nunca advirtieron en ellos ningún indicio de arrepentimiento. Sin embargo, la realidad parecía ser que los hermanos Vicario no hicieron nada de lo que convenía para matar a Santiago Nasar de inmediato y sin espectáculo público, sino que hicieron mucho más de lo que era imaginable para que alguien les impidiera matarlo, y no lo consiguieron.
(Gabriel GARCÍA MÁRQUEZ, Crónica de una muerte anunciada)
En la siguiente repuesta se analizará la técnica narrativa utilizada por Gabriel García Márquez en este fragmento de Crónica de una muerte anunciada. En concreto, se analizarán tres aspectos de esa técnica: el narrador, el espacio y el tiempo.
En primer lugar, cabe destacar que en la obra nos encontramos con un narrador testigo en tercera persona. En este fragmento, como no podía ser de otra manera, nos encontramos con este narrador, un periodista que, además de ser vecino del pueblo, investiga el asesinato de Santiago Nasar unos años después: "el párroco recordaba la rendición como un acto de una gran dignidad" (líneas 7 y 8).
En cuanto al punto de vista, cabe destacar que la historia se nos presenta desde múltiples perspectivas, ya que el narrador va recogiendo los testimonios de todo aquel que, de una manera u otra, estuvo presente en el asesinato de Santiago Nasar, tal y como ha quedado patente en el anterior ejemplo. Es por ello, además, que la historia se nos muestra, en ocasiones, ambigua y desdibujada. En el caso de este fragmento, observamos esta polifonía de voces narrativas a través de la presencia de los puntos de vista del abogado, del juez, de los hermanos Vicario, del padre Amador o de los reclusos que convivieron con los gemelos durante su encierro: "En el panóptico de Riohacha, donde estuvieron tres años en espera del juicio porque no tenían con que pagar la fianza para la libertad condicional, los reclusos más antiguos los recordaban por su buen carácter y su espíritu social, pero nunca advirtieron en ellos ningún indicio de arrepentimiento" (líneas 16-19).
En segundo lugar, el espacio de esta novela se centra en un pueblo de Colombia que no se nombra en ningún momento a propósito. Si bien el nombre del pueblo no se cita, seguramente para darle una dimensión mítica, sí aparecen en la novela nombres como Manaure, lugar de retiro de Ángela y su madre, o el penal de Riohacha, lugar de reclusión de los hermanos Vicario tras el asesinato de Santiago Nasar. Este último aparece nombrado en el fragmento que comentamos: “En el panóptico de Riohacha, donde estuvieron tres años en espera de juicio (…)” (línea 16). Por lo tanto, parece que fue la intención del autor de que la ubicación de esta historia remitiera a cualquier pueblo de la Colombia rural de mediados del siglo XX.
En tercer lugar, el tratamiento del tiempo en esta novela es de gran complejidad. Es por ello que debemos distinguir dos aspectos: el ordenamiento del tiempo interno y el externo. A continuación, se analizará cada uno de ellos por separado.
Por un lado, el ordenamiento temporal interno se caracteriza por la alinealidad, es decir, el flujo irregular del tiempo del discurso, como podemos observar en el anticipo y retroceso de recuerdos o en la presentación de recuerdos simultáneos. En el conjunto de la novela destacan las elipsis narrativas, hechos que no se cuentan o que se resumen de una forma muy concisa, como ocurre con la breve síntesis que resume los veintisiete años posteriores al crimen. Cabe destacar también que el tiempo no avanza y que la acción permanece detenida. Por último, es importante resaltar que encontramos más descripción que narración, lo que confiere al relato un ritmo más lento. Este fragmento es un buen ejemplo de esa superposción de líneas temporales, ya que en él aparecen, por ejemplo, el momento del juicio, el instante tras el asesinato, el periodo de tiempo en que los hermanos Vicario estuvieron recluidos en la prisión de Riohacha... entre otros.
Por otro lado, en cuanto al tiempo externo o tiempo histórico, cabe señalar que los hechos reales en los que se basa la novela tuvieron lugar en los años 50, más o menos treinta años antes de que esta novela se escribiera (1981), lo que daría total verosimilitud al hecho de que el cronista tratara de recomponer la historia años después. Esta ubicación temporal es de gran importancia ya que corresponde a estas coordenadas temporales (y también espaciales) la especificidad de los conflictos que se narran en la novela y del contexto ético presente también en este fragmento, por ejemplo, en el modo en que uno de los hermanos Vicario explica el asesinato que acaba de cometer: "-Lo matamos a conciencia -dijo Pedro Vicario-, pero somos inocentes" (línea 10).
En definitiva, nos encontramos ante un fragmento con grandes ejemplos sobre la compleja técnica narrativa utilizada por Gabriel García Márquez en Crónica de una muerte anunciada.
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