Respuestas ejemplares... Estilo de un fragmento de Crónica de una muerte anunciada

ANÁLISIS DEL ESTILO de un fragmento de Crónica de una muerte anunciada de Gabriel García Márquez, elaborado por Juan Gómez.


Bayardo San Román no entró, sino que empujó con suavidad a su esposa hacia el interior de la casa, sin decir una palabra. Después besó a Pura Vicario en la mejilla y le habló con una voz de muy hondo desaliento pero con mucha ternura.

-Gracias por todo, madre -le dijo-. Usted es una santa.

Sólo Pura Vicario supo lo que hizo en las dos horas siguientes, y se fue a la muerte con su secreto. «Lo único que recuerdo es que me sostenía por el pelo con una mano y me golpeaba con la otra con tanta rabia que pensé que me iba a matar», me contó Ángela Vicario. Pero hasta eso lo hizo con tanto sigilo, que su marido y sus hijas mayores, dormidos en los otros cuartos, no se enteraron de nada hasta el amanecer cuando ya estaba consumado el desastre.

Los gemelos volvieron a la casa un poco antes de las tres, llamados de urgencia por su madre. Encontraron a Ángela Vicario tumbada bocabajo en un sofá del comedor y con la cara macerada a golpes, pero había terminado de llorar. «Ya no estaba asustada –me dijo-. Al contrario: sentía como si por fin me hubiera quitado de encima la conduerma de la muerte, y lo único que quería era que todo terminara rápido para tirarme a dormir.»

Pedro Vicario, el más resuelto de los hermanos, la levantó en vilo por la cintura y la sentó en la mesa del comedor.

-Anda, niña -le dijo temblando de rabia-: dinos quién fue.

Ella se demoró apenas el tiempo necesario para decir el nombre. Lo buscó en las tinieblas, lo encontró a primera vista entre los tantos y tantos nombres confundibles de este mundo y del otro, y lo dejó clavado en la pared con su dardo certero, como a una mariposa sin albedrío cuya sentencia estaba escrita desde siempre.

-Santiago Nasar -dijo.

(Crónica de una muerte anunciada de Gabriel García Márquez)


El estilo de este fragmento puede ser descrito como periodístico y literario. Es periodístico, por un lado, porque el narrador relata de manera realista todo lo que sucedió al final de la noche de bodas de Ángela Vicario y Bayardo San Román, tal y como lo haría un periodista que estuviera escribiendo una crónica o un reportaje. Por otro lado, también puede ser calificado como literario, ya que el lenguaje y el estilo que utiliza el narrador es muy expresivo, sobre todo en la parte final del fragmento: "Ella se demoró apenas el tiempo necesario para decir el nombre. Lo buscó en las tinieblas, lo encontró a primera vista entre los tantos y tantos nombres confundibles de este mundo y del otro, y lo dejó clavado en la pared con su dardo certero, como a una mariposa sin albedrío cuya sentencia estaba escrita desde siempre" (líneas 18-21).

Esta combinación de ambos estilos, que pudiera parecer a primera vista contradictoria, hay que ponerla en relación con la gran variedad de estilos que presenta esta novela, que dependiendo de los momentos pueden ser calificados como realistas, naturalistas, humorísticos, grotescos... De la misma manera, la combinación de un lenguaje periodístico con un lenguaje literario hay que ponerlo en relación con la complejidad genérica de la obra, que precisamente participa tanto de la crónica o del reportaje periodístico como de la narración de ficción.

Con respecto a las características lingüísticas del fragmento, este texto presenta un registro que podría ser calificado como estándar. Así, por ejemplo, solo existe un colombianismo: "conduerma" (línea 13), cuyo significado es el de somnolencia profunda o sueño muy pesado.

Por último, y tal y como se ha señalado anteriormente, se trata de un lenguaje muy expresivo y poético en el que podemos encontrar numerosas figuras literarias. A lo largo de todo el texto, por ejemplo, hay metáforas ("lo dejó clavado en la pared con su dardo certero", en las líneas 19 y 20) y comparaciones ("como a una mariposa sin albedrío, en la línea 20). También es destacable en este fragmento el gusto por la exageración y la hipérbole de Gabriel García Márquez, característica estilística de toda su obra: "cuya sentencia estaba escrita desde siempre" (líneas 20 y 21).

En definitiva, y tal y como se ha podido comprobar en las líneas anteriores, se trata de un fragmento muy representativo del estilo de la obra, dada la combinación entre el lenguaje periodístico y el lenguaje literario. 

 




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